4.22.2011

ILustración para un poema de Cesare Pavese





TRABAJAR CANSA



Atravesar una calle para escapar de casa

lo hace solo un muchacho, pero este hombre que pasea

todo el día las calles, no es ya un muchacho

y no escapa de casa.



Hay en el estío

tardes que hasta las plazas están vacías, tendidas

bajo el sol que está a punto de ponerse, y este hombre que llega

por un paseo de inútiles plantas, se para.

¿Vale la pena estar solo, para estar siempre más solo?

Solamente pasearlas, las plazas y las calles

están vacías. Hay que parar a una mujer

y hablarle y decidirla a vivir juntos.

De otro modo, uno habla solo. Es por esto que a veces

hay el borracho nocturno que empieza discursos

y cuenta los proyectos de toda la vida.



No es ciertamente esperando en la plaza desierta

como se encuentra a alguien, pero el que pasea las calles

se para cada tanto. Si fueran dos,

también andando por la calle, la casa estaría

donde está aquella mujer y valdría la pena.

Por la noche la plaza retorna desierta,

y este hombre que pasa, no ve las casas

tras las inútiles luces, no alza los ojos:

oye solo el empedrado, que han hecho otros hombres

de manos endurecidas, como son las suyas.

No es justo quedarse en la plaza desierta.

Existirá ciertamente aquella mujer por la calle

que, rogada, querría ayudar en la casa.

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